Hace unos
días me encontré sintiendo el nudo de la existencia.
Es un nudo
en el cuerpo. Pero, ¡cómo nos arroja fuera de sus límites!
Quizás
porque tiene que ver con su límite: el límite del cuerpo, el límite de la vida,
la muerte.
O la
mortalidad de la existencia.
O su
conciencia, que son lo mismo.
El otro día
lo sentí en la garganta. Ese nudo que son ganas contenidas de llorar.
Un nudo,
una presión, un agujero que perfora sin materia.
Un nudo en
la garganta: el lugar del habla, de la humanidad que se sabe siendo, hablando.
En ese hablar
por dentro que discurre sin sonidos, pero con marcas.
Un nudo en
la garganta que es también nudo en el estómago.
El lugar de
la digestión, del alimento, de la necesidad de comer para vivir,
pero
también de la incorporación.
Todo eso
que comemos que no es alimento.
Todo eso
que deglutimos, que procesamos, con el cuerpo.
Y nudo como
proceso interrumpido.
Nudo como
piedra, dureza, peso.
Algo me
pesa adentro.
Algo
difícil de tragar.
La existencia.
Que depende
de que sea cuerpo, que se comprende porque es un cuerpo que habla.
Que piensa
y siente, y siente el nudo de pensar la existencia.
Me duele un
órgano que no existe.
Un músculo
que se tensiona, se contrae,
de vez en
cuando
se relaja.
Un músculo
del cuerpo que se autoasfixia.
Me duele el
nudo, su contractura, su indigestión, su no completa comunicabilidad.
Un nudo que
por definición tiende a querer expulsar algo
algo imposible
de localizar.
Un miembro
que no puede extirparse.
Un nudo que
fluye desde el centro pero se estira
como la
contracapa interna de la piel.
Una dermis
existencial ocluida.
Un nudo a
desatar sin saber de qué está hecha su cuerda, su hilo, su trama.
Se afirma
en su plena materialidad incorpórea: “Soy un nudo. Soy tu nudo.”
Y algo
grita adentro, a alguien: “¡Desatame!”
¿Qué podría
ser des-atar-me?
¿Dejar de
ser? No es una opción.
¿Dejar de
pensar? ¡Pero si es un pensamiento que no elijo!
He ahí su
modalidad de indigestión.
Un “yo
pienso lo que preferiría no pensar” que viene sin que lo llame.
Qué dejar,
entonces, para que pierda su presión el nudo.
Que es nudo
que tensa pero también nudo que sostiene.
Sostiene,
localiza, este cuerpo en sus circunstancias.
Este pensamiento
en su contingencia.
No puede
dejar de ser, no puede des-atar.
Se pregunta
por el modo de la convivencia con ese nudo que se tensa.
Cómo
vivimos vos y yo, nudo y cuerpo en este mundo.
Nudo
ventana a todo lo que es y podrá dejar de ser en cualquier momento.
Como el
cuerpo que tiene el nudo en sus adentros.
Como el
modo de la corporalidad en el que se tensiona.
Como es
inter-corporalidad que lo atraviesa.
Cuerpo,
nudo, finito, incierto.
Y un
pensamiento que lo vive, que lo rodea, que le debe su existencia
y por eso
de vez en cuando lo detesta.
Escribir
para aflojar la garganta con las manos.
Escribir
para alivianar el nudo de la existencia.