sábado, 29 de abril de 2017

El nudo de la existencia

Hace unos días me encontré sintiendo el nudo de la existencia.
Es un nudo en el cuerpo. Pero, ¡cómo nos arroja fuera de sus límites!
Quizás porque tiene que ver con su límite: el límite del cuerpo, el límite de la vida, la muerte.
O la mortalidad de la existencia.
O su conciencia, que son lo mismo.
El otro día lo sentí en la garganta. Ese nudo que son ganas contenidas de llorar.
Un nudo, una presión, un agujero que perfora sin materia.
Un nudo en la garganta: el lugar del habla, de la humanidad que se sabe siendo, hablando.
En ese hablar por dentro que discurre sin sonidos, pero con marcas.
Un nudo en la garganta que es también nudo en el estómago.
El lugar de la digestión, del alimento, de la necesidad de comer para vivir,
pero también de la incorporación.
Todo eso que comemos que no es alimento.
Todo eso que deglutimos, que procesamos, con el cuerpo.
Y nudo como proceso interrumpido.
Nudo como piedra, dureza, peso.
Algo me pesa adentro.
Algo difícil de tragar.
La existencia.
Que depende de que sea cuerpo, que se comprende porque es un cuerpo que habla.
Que piensa y siente, y siente el nudo de pensar la existencia.
Me duele un órgano que no existe.
Un músculo que se tensiona, se contrae,
de vez en cuando
se relaja.
Un músculo del cuerpo que se autoasfixia.
Me duele el nudo, su contractura, su indigestión, su no completa comunicabilidad.
Un nudo que por definición tiende a querer expulsar algo
algo imposible de localizar.
Un miembro que no puede extirparse.
Un nudo que fluye desde el centro pero se estira
como la contracapa interna de la piel.
Una dermis existencial ocluida.
Un nudo a desatar sin saber de qué está hecha su cuerda, su hilo, su trama.
Se afirma en su plena materialidad incorpórea: “Soy un nudo. Soy tu nudo.”
Y algo grita adentro, a alguien: “¡Desatame!”
¿Qué podría ser des-atar-me?
¿Dejar de ser? No es una opción.
¿Dejar de pensar? ¡Pero si es un pensamiento que no elijo!
He ahí su modalidad de indigestión.
Un “yo pienso lo que preferiría no pensar” que viene sin que lo llame.
Qué dejar, entonces, para que pierda su presión el nudo.
Que es nudo que tensa pero también nudo que sostiene.
Sostiene, localiza, este cuerpo en sus circunstancias.
Este pensamiento en su contingencia.
No puede dejar de ser, no puede des-atar.
Se pregunta por el modo de la convivencia con ese nudo que se tensa.
Cómo vivimos vos y yo, nudo y cuerpo en este mundo.
Nudo ventana a todo lo que es y podrá dejar de ser en cualquier momento.
Como el cuerpo que tiene el nudo en sus adentros.
Como el modo de la corporalidad en el que se tensiona.
Como es inter-corporalidad que lo atraviesa.
Cuerpo, nudo, finito, incierto.
Y un pensamiento que lo vive, que lo rodea, que le debe su existencia
y por eso de vez en cuando lo detesta.
Escribir para aflojar la garganta con las manos.
Escribir para alivianar el nudo de la existencia.