miércoles, 28 de febrero de 2018

La comunidad de lxs que bailan

Estoy en la mitad de mi jornada laboral docente-investigadora-coordinadora-académica y como suele sucederme se contractura mi espalda… es una contractura conocida, un retorcimiento de ansiedad por las tareas pendientes, por las cuestiones hogareñas por resolver, etc, etc. Descanso en el sillón un poco, pero no me calma. Entonces decido retomar un ritual nuevo de este año: poner música y ducharme para bajar un poco, calmar el cuerpo, cortar para seguir laburando.

Me ducho tranquila, me lavo el pelo despacio, salgo de la ducha, me seco y seco mi pelo… y de repente, aún felizmente desnuda, suena “Lose yourself to dance” de Daft Punk y decido, elijo de nuevo, otro ritual reciente: bailar en mi casa.

Voy a la habitación contenta, sonriendo por dentro y por fuera por darme esta simple rebeldía: bailar sola, desnuda, en casa… si alguien me viera qué pensaría, no me importa. Muevo la cabeza, la cadera, estiro mis brazos al techo-cielo y me conecto con aquellxs a quienes pertenezco: la comunidad de lxs que bailan, esa tribu de lxs que no podemos vivir la vida sin danzarla, sin mover el cuerpo al ritmo que se ofrece, a la música que nos abraza.

Rezo el rezo de la comunidad de lxs que bailan, que no tiene versos, no tiene estrofas necesarias… se mueve el cuerpo y canta siendo toda una boca que me atrapa. Recuerdo bailar esta canción con las personas que amo, recuerdo moverme sola y acompañada, individualizada y nihilizada en tantos rituales de la comunidad que baila… esa que he formado con amores y amigxs, esa que me conecta con conocidxs y desconocidxs, esa en que te cruzás miradas, te sonreís y seguís bailando, que es todo lo que importa, que no requiere palabra, pero comunica los cuerpos profundamente, comunica esta carne que se reclama en la danza, el ritual, el erotismo, la alegría, la entrega, la musicalidad corpórea de los momentos suspendidos, del tiempo que no pasa porque baila con vos… sí, el tiempo a veces también descansa y baila.

Y mientras bailo se enciende la escritura en mi cuerpo. Los brazos que se estiran terminan en dedos que reclaman un teclado… para hablar de esta experiencia comunitaria… de esta vivencia que a tantxs nos atraviesa, tengamos o no las palabras para nombrarla, culminar el gesto corporal con el gesto significante (como decía mi querido Merleau Ponty).

Y pienso que hace rato que no escribía… pienso que escribo cuando mi cuerpo se enciende: descansa, se desnuda de todo lo denso de lo laboral-cotidiano, respira y baila.

Aristóteles hablaba de la conexión a un intelecto agente… yo, en cambio, me conecto a un intelecto danzante. No es una entidad suprasensible ni formal: es esa energía erótica que recorre tantos cuerpos que en algún lado, conmigo, como yo, en el mundo, ahora están bailando.