Me ducho
tranquila, me lavo el pelo despacio, salgo de la ducha, me seco y seco mi pelo…
y de repente, aún felizmente desnuda, suena “Lose yourself to dance” de Daft
Punk y decido, elijo de nuevo, otro ritual reciente: bailar en mi casa.
Voy a la
habitación contenta, sonriendo por dentro y por fuera por darme esta simple
rebeldía: bailar sola, desnuda, en casa… si alguien me viera qué pensaría, no
me importa. Muevo la cabeza, la cadera, estiro mis brazos al techo-cielo y me
conecto con aquellxs a quienes pertenezco: la comunidad de lxs que bailan, esa
tribu de lxs que no podemos vivir la vida sin danzarla, sin mover el cuerpo al
ritmo que se ofrece, a la música que nos abraza.
Rezo el
rezo de la comunidad de lxs que bailan, que no tiene versos, no tiene estrofas necesarias…
se mueve el cuerpo y canta siendo toda una boca que me atrapa. Recuerdo bailar
esta canción con las personas que amo, recuerdo moverme sola y acompañada,
individualizada y nihilizada en tantos rituales de la comunidad que baila… esa
que he formado con amores y amigxs, esa que me conecta con conocidxs y
desconocidxs, esa en que te cruzás miradas, te sonreís y seguís bailando, que
es todo lo que importa, que no requiere palabra, pero comunica los cuerpos
profundamente, comunica esta carne que se reclama en la danza, el ritual, el
erotismo, la alegría, la entrega, la musicalidad corpórea de los momentos
suspendidos, del tiempo que no pasa porque baila con vos… sí, el tiempo a veces
también descansa y baila.
Y mientras
bailo se enciende la escritura en mi cuerpo. Los brazos que se estiran terminan
en dedos que reclaman un teclado… para hablar de esta experiencia comunitaria…
de esta vivencia que a tantxs nos atraviesa, tengamos o no las palabras para
nombrarla, culminar el gesto corporal con el gesto significante (como decía mi
querido Merleau Ponty).
Y pienso
que hace rato que no escribía… pienso que escribo cuando mi cuerpo se enciende:
descansa, se desnuda de todo lo denso de lo laboral-cotidiano, respira y baila.
Aristóteles
hablaba de la conexión a un intelecto agente… yo, en cambio, me conecto a un
intelecto danzante. No es una entidad suprasensible ni formal: es esa energía
erótica que recorre tantos cuerpos que en algún lado, conmigo, como yo, en el
mundo, ahora están bailando.