miércoles, 11 de junio de 2014

La búsqueda de la verdad como sadismo


Sadismo (R.A.E.): 1. m. Perversión sexual de quien provoca su propia excitación cometiendo actos de crueldad en otra persona. 2. m. Crueldad refinada, con placer de quien la ejecuta.
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Hoy volvió a mi mente un pensamiento, un cuestionamiento más bien, que hace unos pocos meses me merodea. Pensé de nuevo en qué está detrás de mi afán de “buscar la verdad”, mi impulso por ir a ver, a bucear, a hurgar, a retorcer, por detrás o debajo o en el adentro más profundo, de las palabras, las acciones, los modos de ser/hacer/pensar de los otros. Pero no vino este pensamiento como mera pregunta, me vino como auto-crítica, me merodea como cuestión, problema, porque viene con la sensación de saber la respuesta: quizás se trate simple y llanamente de un cierto placer en esa búsqueda-violencia. Cierta “crueldad refinada”. Cierta “excitación en ser cruel” con otro. Cierto placer en “ejecutar” ese procedimiento quirúrgico de escuchar a otro atentamente, analizarlo, sospechar de la conformidad de sus palabras y su pensamiento o acciones, y mostrarle la sospecha: tomarlo de la mano y conducirlo involuntariamente -con la sutileza de mi cara de nena inocente y de mi facultad discursivo-argumentativa perfeccionada en catorce años de práctica filosófica- a donde claramente no quiere ir, al frondoso, espeso bosque de sus propias vueltas neuróticas, de sus laberintos sin salida de lo negado-enceguecido, de la discordancia arrojadora de luz entre sus dichos y sus hechos, entre su discurso y su oscura profundidad. ¡Y vaya que soy hábil para pasearte de ese modo! Tan hábil como admirada, felicitada, incluso agradecida, por mi capacidad analítica (“vos deberías ser psicoanalista”, me han dicho más de una vez), por mi sagacidad, mi destacada a-gu-de-za: ¿no son agudos los sonidos que ensordecen?

[Sinónimos de agudo: puntiagudo, punzante, afilado; dicho de un dolor: vivo y penetrante]
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En una de mis primeras entradas de este blog, publiqué lo siguiente reflexionado acerca de “cómo quiero escribir”:

“Quiero abrazarte de manos y piernas, que se abra el suelo a tus pies y hundirte conmigo hacia un mundo subterráneo, oscuro, confuso, angustiante, hacia todo aquello que está bajo la superficie de lo que ves y pensás… hundirte como una profunda penetración hacia vos mismo, arrastrado por una mujer para ver lo que está ahí, lo quieras ver o no. Ejercer una violencia, una violación de la negación, pero sin dejar de abrazarte, sin soltarte,  sin dejar de hacerte compañía. Y que vos así, aunque no lo hayas elegido del todo, también me acompañes a mí, me hagas un poco de compañía en ese submundo al que no dejo de volver una y otra vez, cuando voluntariamente me abismo, pienso y escribo.”

Pienso en la imagen erótica de ese fragmento y en la “perversión sexual de quien provoca su propia excitación cometiendo actos de crueldad en otra persona.”

¿Será esa la excitación de mi escritura? ¿La “propia” excitación de mi cruelescritura?
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Verdad (R.A.E.) (Del lat. verĭtas, -ātis). 1. f. Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente. 2. f. Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa. 3. f. Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna. 4. f. Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente. 5. f. Cualidad de veraz. Hombre de verdad 6. f. Expresión clara, sin rebozo ni lisonja, con que a alguien se le corrige o reprende. U. m. en pl. Cayetano le dijo dos verdades 7. f. realidad ( existencia real de algo).

Si detrás de tomarte la mano con mi agudeza disfrazada de niña hay un impulso por “La Verdad”, entonces con veintiséis siglos de respaldo de tradición filosófica occidental detrás de mí solo estaría haciendo algo fundamental para la humanidad: buscar La Verdad. Pero no es “La” es “tu”, es “tu-verdad”: ¿me dan derecho siglos de práctica a hacer-te eso? ¿Quién dijo que era yo la que podía/debía buscar “tu” verdad? ¿Es sentarse a charlar conmigo, vos que me conocés y conocés mi “agudeza”, pacto tácito suficiente para que mi perversión sexual-escritural te tome como su objeto?

Objeto de estudio. Objeto de análisis. Objeto de crueldad. Objeto erótico.

Saber de vos como “saborearte”. Como morderte. Como hacerte sangrar. Con un “juicio o proposición que no se puede negar racionalmente” acerca de vos mismo. Con la inocencia de quien simplemente emite una “expresión clara, sin rebozo ni lisonja, con que a alguien se le corrige o reprende.” Reprenderte por ser humano.
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búsqueda. 1. f. busca (acción de buscar).
buscar. (Quizá voz de or. celta, y esta del indoeuropeo *bhudh-skō 'conquistar, ganar'; cf. celta*boudi- 'ganancia, victoria', irl. ant. búaid 'victoria' y galés budd 'ganancia'): 1. tr. Hacer algo para hallar a alguien o algo. Estoy buscando un libro. 2. tr. Hacer lo necesario para conseguir algo. Busca trabajo. U. t. c. prnl. 3. tr. Ir por alguien o recogerlo para llevarlo o acompañarlo a alguna parte. Fueron a buscarla a su casa. 4. tr. provocar (hacer que una cosa produzca otra). U. t. c. prnl. Tú te lo has buscado. 5. tr. germ. Hurtar rateramente o con mañas. 6. intr. Ven. Dirigirse hacia un lugar. 

Todos los sentidos que puede tener una búsqueda. Puedo buscar a alguien o algo… puedo buscarte como humano, vida, precario; puedo buscarte como cosa, objeto. Puedo hacer lo que sea para conseguir lo que quiero: extraerte tu verdad. Dar rienda suelta a mi impulso cruel. Excitarme en mi crueldad realizada, refinada, placentera. Puedo recogerte, re-cogerte, llevarte, acompañarte. ¿Te re-cojo porque te deseo? ¿Te brindo un placer correlativo? ¿Te ofrezco la oportunidad masoquista de un placer conmigo? ¿O te hago, mejor, compañía?

[sin dejar de abrazarte, sin soltarte,  sin dejar de hacerte compañía. Y que vos así, aunque no lo hayas elegido del todo, también me acompañes a mí, me hagas un poco de compañía en ese submundo al que no dejo de volver una y otra vez, cuando voluntariamente me abismo, pienso y escribo…]

¿Sos el compañero de mi inevitable masoquismo reflexivo, un compañero fiel al que le cobro sádicamente el precio de que “me quiera” (hacer compañía)?
Te provoco. “Tú te lo has buscado”. Produzco efectos. Uso el poder que tengo. El poder de la agudeza. El poder de las palabras. El poder de las preguntas. El poder de la sospecha. El poder de la trampa de la dicotomía realidad/apariencia. El poder de la inocencia (una vez un hombre que adoro dijo de mí hablando a otros, riéndose de mí, encontrándome inofensiva: “Tiene la arrogancia de la niñez.”) El poder de la mano extendida y “vamos a dar un paseo”. Te hurto una verdad que no sabías que era tuya (¿lo es?) con mis mañas, rateramente. Una ratera que te saca palabras que no querés dar, contradicciones que tenías guardadas, miedos de tu caja de ahorros. Ratera de lo no-dicho (hoy mi amor me decía: “Si hubiera falta, ¿sería decible?”).
Tanta excitación, crueldad, placer de ejecución… y el dirigirse a “algún” lugar. La búsqueda como dirigirse a “algún” lugar.
¿Y si no hay ningún lugar? ¿Y si no hay ninguna verdad? ¿Y si toda búsqueda es fútil? ¿Y si sobre todo la de “La Verdad”?
Entonces quizás queden solo dos cosas: el silencio o la escritura como frustración (si su raíz indoeuropea hace de "buscar" lo relativo a la "conquista", "victoria", "ganancia" pero al final no lo es, ergo, frustración -i.e., simple, divino modus tollens: si p entonces q; no q / no p). 
Quizás todo el que escribe desde la frustración, en el fondo, no se banca el silencio y solo quiere ser cruel con los otros.